El mercado, centro de reunión y cuna de muchas ciudades. Hoy un lugar común en todas las urbes. Un lugar donde la comunicación es el medio natural y esencial, donde las fuerzas de la oferta y la demanda ponen sus leyes. Ajetreo, movimiento, miradas, palabras, números, esperas ...reinan en sus entrañas, la combinación de todas ellas dan significado a este espacio tan singular. La relación vendedor cliente se va forjando en cada encuentro, ganando vitalidad en cada nuevo trato.
domingo, 25 de septiembre de 2011
lunes, 19 de septiembre de 2011
P.2 ( 1 Domingo / 1'295 Kg / 1000 Fotografías )
Cámara preparada en la mesilla para ser utilizada según abra los ojos.
Zapatillas en el suelo. Rayos de luz através de la persiana cerrada. Cama desecha por completo. Cuarto desordenado por una llegada tardía la noche anterior. Se ve luz entrar por la puerta abierta de mi cuarto. Salgo y reflejos en el parquet de madera. Cruce con mi hermano que andaba ya despierto. Mis padres en la cocina desayunando...¡buenos días!. Tetrabrik de leche encima de la encimera. Nevera llena de comida, solo me interesa el zumo. Desayuno preparado, vaso de zumo, leche y dos magdalenas. La televión de la cocina encendida. Los tres desayunando. Mis padres se levantan y recojen el desayuno. Acabo rápidamente, toda la mesa llena de leche. Cruce con mi hermano otra vez en el pasillo, esta vez con burla en su cara. En mi cuarto han cambiado cosas. La persiana levantada y la cama aunque desecha con una intención de ser ventilada, pues la ventana esta abierta. La ropa sobre la silla en un montón. Visita al cuarto de mi hermano. Ordenado pocos minutos antes y ya la ventana cerrada. Ahora dirección...la ducha. Baño como siempre inmaculado. Toallas colgadas por doquier. Toca la hora del baño. Aparto la camara de mi cuello.
Retomo la cámara
Vestido ya. Hago un seguimiento de mi hermano por internet. Se recoje la ropa que le acaba de dar mi madre. Mi padre en el ordenador de su cuarto acabando unos documentos. Todos ya vestidos esperando a que alguien de la orden de salida. Aprovechando esos minutos de incertidumbre saco unas fotos a un jarrón que hay en el salón. Mis padres preparando una cesta donde llevar algo de comida. Es hora de ir al pueblo. Pasillo del descansillo, luz apagada y luz encendida. Sentimiento de claustrofobia dentro del ascensor. Calle através de las dos puertas del portal, mi madre en contraluz. Un día con sol pero no radiante. Coche aparcado en la calle. Me siento de copiloto. El salpicadero y la radio encendida. En busca de mis abuelas por las calles de Vitoria. Mi abuela esperando en su portal. Se monta en el coche. Besos de aquí para allá. Rumbo casa de mi otra abuela y dirección al pueblo. La misma escena en el portal, esta vez en un barrio obrero. Gente comprando el pan y tomando algún vermut en los bares. Todo listo. Salida. La calle cortada, ruta alternativa. Cuidado con el radar, esta vez le fotografian a él. Autovía sin mucha circulación. Pasamos un túnel, a encender la luz, yo a aumetar el iso. Aun así estelas de luces rojas. Desvío indicado. Señal que indica obliga a reducir la velocidad. Dos rotandas y entramos en una carretera local. Campos de trigo ya cosechados a los lados. Una construcció blanca, perfectamente iluminada por un rayo de luz entre los campos. Pasamos un pueblo. Un pequeño circo franco-alemán. Se ven caballos y llamas deambulano por el exterior. No habrá comenzado la función. Pasamos por completo el pueblo. Los campos de trigo siguen, ahora se mezclan con los de regadío. Nueva rotando y a la derecha. Ya casi estamos. Se ven dos pueblos al lado izquierdo, los pasamos. Un ultimo desvío, giro a la izquierda. La última recta. Subimos la cuesta del pueblo en coche. La última casa como siempre, no se ha movido. Mis tios ya están en su casa. ¡Buenos días!.Otra tanda de besos. Esta casi preparado el almuerzo. Doy una primera vuelta por alrededor de la casa. Ropa colgada en el tendal tras la casa. La huerta en pleno auge. Tomates cherrys, estos son nuevos. La enredadera sigue su camino. Los tomates unos rojos y otros verdes. Las lechugas, dos tipos deiferentes. Dentro de una, un caracol. Pimientos, cebollas, y pepinos. Las guindillas y los calabacines. En la parte de arriba, el jardín. Sus hamacas blancas y su mesa. Los árboles con sus hojas verdes. Un pájaro sobre una rama. Vista del campanario de la iglesia. Es hora de comer algo. La fría casa y en su mesa el almuerzo. Ya han empezado a comer. Aceitunas, patatas fritas, chorizo y unas sardinas están repartidas por la mesa. El pan partido y las migas alrededorde la panera. Un vaso casi vacio de vino blanco, otro lleno de coca-cola. Se empiezan a agotar los alimentos, es el momento de recojer. Todos en marcha. Las abuelas ponen la mesa para la hora de comer. Plato, vaso, tenedor, cuchillo y servilleta. Mi hermando en el sofá. El avance de la carrera de fórmula 1. No quiere perderse el arranque. Mi tio le acompaña. Hora de comer. Todos a la mesa. Una última instantánea a la mesa. Picoteo y platos fuertes. Atún o entrecot.
Otra vez los 1295 Kg. al cuello
Hora del café y el postre. Tazas para todos, menos para mí. Pastas y magdalenas inundan la mesa. Todos mojan los pasteles en el café. Un rato de charla de sobremesa. Unos se levantan otros siguen sentados. Se recoje la mesa. Decidimos ir a ver la huerta y recojer algún tomate. Yo me centro en la tomatera de los cherrys y cojo unos pocos. Casi se acerca la hora de irnos. tengo que llegar al tren de las 19:00. La gente empieza a recojer. Mis tios se quedan organizando un rato más. Despedida de besos y todos al coche. El camino de vuelta cambia. La luz no es la misma, algunas gotas de lluvia mojan la luna delantera. Unos desenfoques del paisaje por su culpa. Llegamos a Vitoria y nos dirijimos a la estación de trenes. Su imponente fachada aunque un poco destartalada. Cola a la hora de comprar el billete. Retrato del vendedor de tickets y foto al billete y vueltas. Me monto en el tren. El tren está en un andén apartado. Gente despidiendose através de los cristales. Otros montando las maletas en la parte superior de los asientos. Gente hablando y reencuentros de amistades. Caigo rendido y me duermo toda la hora de viaje.
Pongo otra vez la cámara en funcionamiento
martes, 6 de septiembre de 2011
P.1
Espíritus de los árboles
A los árboles siempre se le han atribuido ciertas cualidades mágicas y espirituales. Nuestra superstición de tocar madera empezó para asegurar que no había espíritus dentro del árbol antes de talarlo.
Todo árbol posee su espíritu. Es el hogar de un ser vivo que supervisa todas las actividades y energías que inciden en el árbol. Este espíritu crece con el árbol y desaparece con su muerte.
Los espíritus de los árboles poseen una gran dignidad. Generalmente son afectuosos con los humanos, y se sienten atraídos por ellos. No es inusual que los humanos tengan su árbol favorito y que estos tengan su humano favorito.
Los espíritus de los árboles no están ligados al árbol, aunque se mantienen cerca de ellos. Pueden salir del árbol a una distancia corta cuando lo deseen. Normalmente, durante el día, están tan ocupados con las actividades normales del crecimiento, que no se pueden distinguir tan claramente. Por la noche, cuando el mundo exterior se ralentiza, están más libres. Tienen mayores posibilidades de moverse. Muchas personas se ponen nerviosas cuando pasean por la noche, especialmente en zonas arboladas y boscosas. En parte, se debe a una respuesta a las energías de los espíritus de los árboles cuando comienzan a emerger de los árboles y su presencia se hace más acentuada.
No son dañinos, sino que se sienten atraídos hacia los humanos. También son bastante afectuosos. Es más fácil sentir su presencia cuando las actividades cotidianas se han parado. A menudo poseen una vibración tan poderosa que las personas sienten escalofríos y estremecimientos cuando se encuentran cerca.
- http://mundoluz.org -
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